viernes, 15 de abril de 2005

Malentendido con el W.C.

He leído una divertida historia en un artículo de María Zoí Fountopoulou en Internet: "El humor como elemento de la interculturalidad": Una familia alemana pasó sus vacaciones de verano en un pequeño pueblo de Inglaterra. La familia se entusiasmó con la belleza natural de la región y decidió volver el verano siguiente al mismo lugar. Preguntaron pues y se enteraron de que existía una casita pequeña, que podían alquilar para el verano siguiente, por lo que pidieron verla. El dueño de la casa era un Pastor; estaba ausente y por eso se contentaron con una simple visita a la casa acompañados por el ama de llaves del Pastor. Cuando volvieron a Alemania la señora recordó que no había visto el W.C. de la casa y escribió una carta al pastor, pidiéndole que la informara en dónde se hallaba. Cuando recibió la carta, el Pastor no entendió de qué cosa le hablaba la señora exactamente, y creyendo que se interesaba por una iglesita que se encontraba en las afueras del pueblo y que tenía las iniciales W. C. le responde: Para leer la respuesta del pastor pincha sobre el número 10157 de abajo... Merece la pena, de verdad. "Señora mía: Su interés por el lugar por el que me pregunta, me conmovió en especial. Le informo pues que éste se encuentra más o menos a media hora de la casa. Alguien puede llegar allí a pie, de modo que durante la marcha pueda deleitarse con la naturaleza. Sin embargo, si tiene prisa y no tiene mucho tiempo a su disposición, puede utilizar una bicicleta y llegar en un cuarto de hora o utilizar el auto y llegar en cinco minutos. El paisaje alrededor de la construcción es idílico. La gente cuando llega allí se alivia. En el interior hay espacio para muchos. La gente debe entrar en silencio y dirigirse hacia los asientos distribuidos especialmente. Hay asientos para hombres y mujeres, en los que se pueden sentar juntos, de a dos en dos o de a tres en tres personas. Los niños se sientan junto a sus padres y cantan todos junto. A la entrada se reparten papeles, los cuales después de haber sido usados, deben devolverse a la salida, para que los puedan usar las siguientes personas. También hay, en el exterior, altavoces para que los que no caben adentro escuchen los sonidos que se producen en el interior. Por otro lado, frecuentemente hay allí algún fotógrafo para que tome fotografías de la gente a la salida. Es realmente interesante ver los rostros de todos, llenos de alivio y alegría después de cumplir con sus deberes. Con especial aprecio, El Pastor"

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